El paisaje árido y despojado de la Ribera encuentra su expresión más acentuada en las Bardenas Reales, un espacio de 42.500 hectáreas al SE de Navarra en el que la erosión de los suelos de arcillas, yesos y areniscas procedentes del plegamiento pirenaico han creado un paisaje de apariencia lunar, con abarrancamientos, altas mesetas peladas (planas) y cerros solitarios y altivos (cabezos).
Este territorio perteneció a la corona de Navarra que otorgó su uso para pastos de invierno de los rebaños de ovino de los valles pirenaicos de Salazar y Roncal. Dichos valles todavía mantienen esta práctica renovada cada año el 18 de septiembre cuando las ovejas entran en el territorio bardenero con un ritual, conocido como la Sanmiguelada, que atrae a numeroso público. En tiempos de Felipe V, los pueblos del entorno de las Bardenas consolidaron los derechos de aprovechamiento de leña, lo que ocasionó la desforestación del terreno, y más tarde para la explotación cerealística, un uso que también hoy continúa.
La vegetación bardenera es escasa y desigualmente repartida. Las principales manchas arbóreas son de pino carrasco y están en el Vedado de Eguaras, una reserva natural al norte del territorio, y, en menor medida, en la Bardena Negra, en la parte meridional. En estas agrupaciones vegetales, los pinos conviven con arbustos de gran porte como coscojas, escambrón, enebros o sabinas. Los pinares están poblados de una variada avifauna que incluye palomas torcaces, tórtolas, urracas, además de rapaces, como milanos, águilas culebreras y calzadas o alcotantes, y otras especies de menor tamaño, como verdecillos, pinzones, jilgueros y mirlos.
En la parte central o Bardena Blanca, la de paisaje más conocido, la vegetación está formada por extensiones dispersas de matorrales xerófilos de romero, tomillo, ontino, sisallo y esparto, en los que viven pequeñas aves esteparias como la alondra, la cogujada común, la ortega y la ganga.
Las Bardenas constituyen un espacio de notable valor naturalístico que ejerce un irrestible atractivo para numerosos visitantes en busca de un espacio abierto para la práctica del senderismo, cicloturismo de ruta y, en general, para el disfrute de la naturaleza. El acceso al territorio se puede hacer desde cualquiera de los términos municipales colindantes, normalmente a través de pistas agrícolas, pero la ruta más frecuente sale de la ermita de la Virgen del Yugo, en Arguedas, desde donde se accede al Vedado de Eguaras y a los hitos más característicos del paisaje bardenero, en la Blanca, tales como el paraje de Pisquerra, el cabezo de Sanchicorrota, la Ralla y el Rallón.
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